literature

Adagio rojo parte 1

Deviation Actions

kuromi1905's avatar
By
Published:
2.2K Views

Literature Text

Adagio  Rojo

“Entre sombras y muertes mi alma florece, en esas noches frías en la que mi corazón se regocija por esa triste y dulce melodía…tal dulce como la sangre, tan roja como tu carne, tan oscura como mi solitaria condena, en donde respiro traiciones y me alimento del odio que de tus venas salen y fluyen libremente, manchándome de ese carmín excitante...ese rojo tan penetrante…mientras tú te meces en este mortal baile entre demonios y  angeles”

La oscuridad era inmensa, tan infinita como el cielo nocturno, tan profunda como mi alma marchita y corrupta, las sombras eran espesas y la luz apenas si se hacía notar como una débil llama que brillaba sola entre tanta penumbra y silencio, ese tenue rayo blanquecino que se colaba por la pequeña y única ventana que adornaba en macizo muro de piedra mohosa, alumbrando un poco de aquel horrible y sucio lugar al que llamaba hogar, permitiéndome ver nuevamente la realidad que me rodeaba…dándome la dicha de saber que la noche había llegado para cubrirme de tinieblas mientras esperaba la llegada de ese ser vestido de angel…de ese hombre de ojos zafiro y piel roja.

La brisa fría del invierno chocaba contra mi cuerpo frágil y mi piel lacerada de golpes y heridas profundas que en vez de causarme la muerte solo prolongaban mi agonía gracias a esta maldición que me mantenía atada a este mundo infernal y cruel que tanto ame profanar; la humedad calaba profundamente en mis huesos haciéndome tiritar y temblar sobre la gélida pared en la que estaba apoyada mientras mi vista nublada se fijaba en el suelo sucio y la oscuridad de ese lúgubre calabozo, dejando que la bella y tétrica melodía de la noche junto con los jadeos y llantos de agonía inundaran mis odios, provocándome una extraña sensación de alegría y temor por saber que mi destino sería peor que el de esos infortunados mortales.
Me sentía desfallecer en mi propia debilidad, en mi propia amargura, siéndome hasta difícil por momentos respirar, quizás por las pocas fuerzas que me quedaban o por esa penetrante peste pútrida que me asfixiaba, ese olor a muerte, a carne podrida de los cadáveres que yacían por doquier y de la sangre purulenta que de sus cuerpos aun exudaban, pintando las viejas rocas grises del piso y las paredes de un hermoso color carmín, sintiendo como ese fétido hedor me provocaba, me enloquecía y desesperaba, tal vez por el “hambre” y la “sed”…por las ansias de probar algo más que no fuera restos podridos y sangre agria a los que desgraciadamente me había acostumbrado a lo largo de mi estadía en este “acogedor” palacio, al igual que ese pequeño capricho del que me había vuelto esclava, un placer tan exquisito como prohibido que mi enemigo me brindaba sin decir nada…por un favor que más era una venganza, una tortura que amaba y odiaba.

Cada noche me parecía más larga que la anterior, encerrada en este asqueroso antro en donde solo reinaba la soledad y aquella maldad que yo misma había provocado, esa perversión que una vez adore ahora solo me sacaba lágrimas y gemidos de dolor, doblegando a un demonio hasta reducirlo a la escoria más insignificante…como era ahora.
Sentía como de a poco mis ojos se empañaban de lágrimas y como mi pecho se comprimía por la melancolía que me embargaba, al momento en que giraba levemente mi cabeza para ver el cuerpo seco y podrido que había a mi lado, provocando que dejara escapar una risa irónica a causa de lo bajo que había caído, como si tratara de reemplazar sollozos con carcajadas maniáticas al recordar quien alguna vez fui y lo que soy ahora, una “reina”, una hija, una heredera…un demonio que alguna vez fue temida y respetada, que tenía todo a sus pies, que sembraba caos y muerte, que derramaba sangre de inocentes y comía la carne de desdichados herejes…un monstruo que tenía todo y ahora apenas si se mantenía consiente, viviendo de la carroña y la voluntad de sus carceleros…arrastrándose ante la gracia de su “fiel” lacayo.

Las horas pasaban así como aquella velada de luna nueva, entre sombras y un silencio sepulcral, mientras contemplaba el cielo nocturno que esa diminuta ventila me proporcionaba, apoyada sobre una esquina fría sin poder moverme, teniendo mi cuello y mis extremidades atadas a unas oxidadas cadena de plata que lastimaba mi piel ante el más sutil roce,  obligándome a permanecer inmóvil gran parte de mis días por lo pesado de mis ataduras y la debilidad que me impedía hacer mucho…esa debilidad que se había acentuado desde la última vez en que me sentí viva ante la presencia de ese extraño angel que parecía que nunca más volviera; pero cuando estaba a punto de dejarme llevar por el sueño escuche unos pasos resonar a lo lejos que traía consigo un aroma inconfundible, una fragancia varonil como suave que contrastaba con toda la peste que había en el lugar y reavivaban mis ánimos, provocando que en mis labios una sonrisa se dibujara, reflejando la ansiedad que me invadían por degustar más de esa exquisita sangre tan pura y dulce…envenenadas de odio y melancolía.

Con el paso de los segundos oía sus pisadas cada vez más cerca, retumbando en el silencioso sótano, haciendo que mi “felicidad” se incrementara al igual que mi impaciencia, tanto así que trate de ponerme de pie para recibir a mi visitante de la formas más digna posible, sin dejar que viera el humillante estado en me encontraba y la poca dignidad que me quedaba, pero a pesar de sostenerme en la en muro húmedo del calabozo apenas si mis pies lograban despegarse del suelo y mi espalda erguirse por completo sin que experimentara en el proceso un dolor punzante e intenso en la mayor parte de mi cuerpo a causa de las heridas y la extrema debilidad que me invadía, además de que también los grilletes y cadenas que llevaba conmigo hacia más difícil aquel simple afán que me era imposible  de concretar. Resignada y molesta decidí esperarte en la esquina fría y oscura en la que me encontraba, sintiendo internamente una gran frustración al pensar que había perdido el poco orgullo que me quedaba y ahora estaría completamente expuesta ante ti, mi captor, mi “siervo”…mi “angel”, estando a merced de tus caprichos y tus deseos de venganza que ocultabas tan bien bajo ese vago favor que decías deberme…ese favor que te mantiene atado a mí y el cual pretendo aprovechar hasta el día en tu bondad se acabe o la “clemencia” de tu gobernante le ponga un punto final a todo este trágico teatro.

Cerré los ojos por unos instantes mientras escuchaba aquellos  pasos cada vez más cerca y cerraba fuertemente mis puños tratando así de evitar llorar, de mostrar debilidad, para que luego volviera a abrirlos y me topara con tu silueta sombría, tenuemente iluminada por la luz de una antorcha, para que luego te  acercara rápidamente hasta donde me encontraba, deteniéndote a unos pocos metros de mi sin emitir palabra alguna, solo mirándome calmado, notando la alegría en el brillo opaco de tus ojos, provocándome que me sintiera extrañamente contenta y a gusto con tu presencia que tanto había esperado; continuaste callado observándome con una pequeña sonrisa gentil que adornaba tu sombrío rostro, haciéndome desesperar quizás por las ansias de que me “alimentaras”, tanto así que no pude soportar mucho tiempo más esta eterna afonía, la cual rompí con mis palabras llenas de “elogios” y alabanzas para tu mi “dulce” carcelero :

-Vaya mira lo trajo la luna, mi querida mascota…mi perro fiel y traidor, es un placer para mí, una simple esclava, tener nuevamente ante mi presencia al capitán de la guardia real del “gran y majestuoso” reino del sur, Finn Murtons, “el noble asesino” – te dije de forma burlona e irónica, al momento en que asomaba mi rostro hacia la poca luz que proporcionaba el fuego del velador para clavar mis ojos en tu rostro y regalarte una sonrisa arrogante antes de continuar diciéndote - dime ¿Acaso viniste a jugar un poco con tu ama?

Tu semblante permaneció impasible a pesar de mis provocaciones, como si hicieras oídos sordos ante comentarios insolentes y burlones, limitándote solo a esbozar una pequeña y comprensible sonrisa para luego responderme mesurado:

-Al parecer eres un “monstruo” resistente, pensé que encontraría tu cadáver pudriéndote aquí abajo o quizás algo peor que el castigo que mereces – decías mesurado y sereno mientras fijabas tus orbes claros en mí, manteniendo esa sonrisa amistosa y lúgubre que tanto te caracterizaba, que pude ver con claridad a través del fulgor de la llama que te alumbraba, al momento en que continuabas diciendo – pero me alegra que no haya sido así…porque primero quiero pagar mi deuda antes de tener el placer de acabar contigo... “reina de la nada” – pronunciaste esas palabras de una forma tan firme y convincente que me hicieron reír divertida y emocionada por tu evasiva, antes de contestarte desde mi lugar, diciéndote irónica.

-Y yo pensé que estarías muerto o suplicando ayuda mientras te desangrabas lentamente y los cuervos picoteaban tu cadáver moribundo, pero veo que ya no eres el niñito torpe de antes – te decía con sorna y gracia en el instante en que estiraba mi mano hacia tu rostro para posarla suavemente sobre tu mejilla derecha, acercándome en esos momentos más hacia a ti, y decirte – quizás es porque sepas que ya no estaré para salvarte todas las veces que estés al borde de la muerte…que  ya no estaré para limpiar tus heridas y secar tus lágrimas, debiste de extrañar mucho a tu ama, ¿verdad mi ingenuo lacayo? – cuestione sarcástica y triunfante mientras mi mano cadavérica acariciaba delicadamente tu cara, recorriendo desde la punta de tu barbilla hasta el comienzo de tus cabellos color oro que aun escondías bajo ese ridículo gorro de piel blanca, percibiendo en tu mirada la inquietud y la molestia de mi osada acción.

Durante unos pocos minutos no hiciste nada para detenerme, como si te gustara que mis dedos fríos chocaran contra tu piel, haciéndote estremecer sutilmente pero sin despegar tus orbes azulados, tan profundos como el mar, de mi rostro, siguiendo atento cada movimiento que realizaba como un cazador que acechaba a su presa antes abalanzarse hacia ella; mientras que yo te sentía tan confortable la calidez que tu cuerpo emanaba, ese calor suave pero penetrante que traía vida a este cadáver moribundo, a este corazón gélido y ennegrecido por la maldad y la perversión que corría por mis venas, tanto que deseaba arrancártelo para cubrirme con el…taparme con tu piel roja y tus alas blancas…esas alas tan majestuosas que contrastaban con la oscuridad de la noche y que revelaban tu verdadera identidad…esa imagen que solo yo veía, esa apariencia que se manifestaba en mi mente, en la realidad y en los sueños.

Quizás fue tanta mi “alegría” que no me di cuenta que mis uñas comenzaban a enterrarse en tu piel, como si verdaderamente tratara de quitártela, provocando que me detuvieras, tomando con firmeza mi muñeca derecha para alejarla de tu rostro y decirme con voz mesurada:

-Sí, claro que extrañe a mi “ama”…a mi prisionera favorita, la gran heredera del trono del norte que ahora no es más que una esclava sin dignidad que vive gracias a mi…y a lo mucho que me gusta ver tu cara de desesperación y ansiedad al verme, aunque tú también deberías saber que no estaré siempre para protegerte – replicaste de forma seria y tranquila, sosteniendo aun mi muñeca con tal fuerza que ceñías los grilletes aún más a mi piel, sintiendo como tu intimidante y dulce mirada trataba de penetrar sin éxito alguno hasta lo más profundo de mi ser, ya que en vez de bajar la cabeza y esconderte te enfrentaba con una sonrisa arrogante y una actitud desafiante que te molestaba.

Lentamente, después de unos segundos, comenzaste a soltarme para que luego te alejaras un poco de mí y tomaras la antorcha para dejarla sobre un pequeño armazón de metal que sostenía el velador y volver a dirigirte hacia mí diciendo:

-Parece que has sobrevivido mejor de lo que pensaba en este tiempo que estuve ausente…aunque pareciera que el encierro han surtido efectos en tu cordura – hablabas algo preocupado pero al mismo tiempo aliviado al ver que a pesar de todo aún seguía entera, quizás para así poder concretar esta venganza que se me hacia una placentera y terrible agonía – y dime ¿no trataste de matar a nadie más en mi ausencia? …o es que tu sed te volvió a dominar como la última vez…aunque si te soy sincero ese bastardo se lo merecía por intentar violarte, al parecer nadie aquí sabe tratar con alguien de la realeza – dijiste divertido e irónico al momento en que volvías a aproximarte hacia mí con un semblante amable pero turbio que podía admirara claramente, gracias al fulgor de la flama que irradiaba de la antorcha.

Deje escapar una débil risa, sarcástica y complacida, al momento en que dibujaba una marcada sonrisa llena de complicidad y perversión para que luego te dijera:

-Mejor es decir que nadie sabe tratar mejor a una “reina” que tu héroe – rebatí con gracia y cinismo sin quitar mis ojos de ti que sonreías por debajo, como si estuvieras orgulloso de mi sutil insulto – pero no, nadie se atrevió a molestarme de esa forma luego de ese incidente, todos salían huyendo como ratas con solo mirarme y sus “represalias” fueron dignas de cobardes inútiles como ellos – respondí con despreocupación y cierto rencor que me provocaba recordar las humillaciones de la que había sido objeto desde mi encierro, pero haciendo alusión a mi reciente castigo y los latigazos que aún no cicatrizaban en mi espalda -pareciera que el único que tiene el valor de enfrentarme a la cara eres tú y eso lo hace más divertido – comente con mi característico tono burlón, tratando así de ocultar cualquier signo de debilidad y dolor que me ocasionaban aquellas profundas laceraciones.

En ese momento tú diste unos pasos adelante hacia las sombras que me cubrían y todavía persistían en el lugar, para que después inclinaras hacia a mí, poniéndote a mi altura y apoyando una de tus rodillas sobre el suelo helado, y me dijeras algo confundido:

-A veces me pregunto si eres demasiado vanidosa o estúpida para mantener tu orgullo a pesar de todo lo que estás pasando…porque si fuera otro ya estaría rogándome para que lo mate antes de seguir viviendo en este infierno en vida – te cuestionabas extrañado y serio mientras me observabas intranquilo, en el instante en que veía como una de tus manos se acercaba lentamente hacia mí para luego posarse sobre el costado izquierdo de mi rostro y acariciarlo con tal suavidad que sentía que me quemaba, desgarrando mi piel como si de un papel se tratara, sintiendo como tus ásperos dedos se deslizaban por mi mejilla hasta llegar a tocar por unos instantes la comisura de mis labios resecos para que después bajaran hasta mi cuello y lo tomaras con tanta fuerza que parecías querer acabar con mi “agonía” en ese momento.

En pocos segundos comencé a sentir como la presión que ejercías sobre mi garganta hiciera que comenzara a quebrarse de a poco y que el collar de metal que me mantenían atada se hundiera en mi carne, haciéndome experimentar un dolor punzante que me querían hacer gritar desesperada pero no quería darte el placer de verme suplicar por mi vida tanto lo deseabas, solo me quede en mi lugar, impasible, sin mostrar un gramo de desesperación en mi rostro, solo mirándote fijamente, desafiándote con la mirada, adentrándome una vez más en lo más profundo de tu alma  para poder contemplar a ese ser tan maravilloso y ambiguo, esa criatura oscura e inocente  a la vez que lloraba lágrimas de un negro rojizo mientras me miraba con odio y tristeza...una tristeza que transmitían angustia y rencor…un desconcertante deseo por matarme y mantenerme con vida que hizo que, en un momento determinado, me soltaras del cuello y te quedaras callado, con la mirada perdida por unos instantes que me parecieron eternos, para que después dijeras:

-Muchas veces quisiera acabar contigo en este instante, destruirte con mis propias manos para sentir que he podido vengar la muerte de Estela…para sentir que expirado mis pecados, terminando con tu agonía como un acto de piedad y benevolencia, cree que te he salvado de un destino peor pero a la vez…quiero que sufras por cada gota de sangre inocente que me hiciste derramar, que te tragues ese orgullo definitivamente al igual que tu insolencia pero ambos sabemos que no puedo hacer eso…que aún no es el momento y no he pagado mi deuda contigo – confesaste un tanto alterado y desconcertado, notándose la frustración en cada una de tus palabras y en tus orbes azules llenos de dudas y confusión.

Luego de aquella contradictoria confesión me limite a dedicarte una fugaz mirada comprensiva para después decirte:

-Pretendes actuar como el bondadoso angel de la muerte y el más cruel de los verdugos al mismo tiempo, lloras por dentro por temor a convertirme en un monstruo como yo…pero ambos sabemos que el papel te queda mejor y cuál es el castigo que merezco, ya que si no fuera así no te tomarías tantas molestias en mantenerme con vida dándome de tu propia sangre o tomando la vida de alguno de tus subordinados para entregármela, traicionando a tu propio pueblo por mi…a no ser que te hayas encariñado conmigo, mi “dulce” lacayo – pronuncie esas últimas palabras en un tono cínico e irónico junto con una de esas sonrisas  burlonas que tanto te fastidiaban.

-Nunca podría querer a una criatura tan perversa e inhumana como tú, lo más cercano que puedo tener hacia ti es gratitud y lastima – objetaste serio y contrariado, fijando nuevamente tu mirada en mí.

Me reí en voz baja por tus palabras tan llenas de odio y resentimiento que tantas dudas te provocaban para que luego suspirara hondamente e intencionalmente me acercara un poco más hacia ti, saliendo de mi lúgubre escondite y poniendo al descubierto mi deplorable aspecto, y decirte con en un tono más distendido y ocurrente:

-Por lo que veo la gloria y el poder te sientan muy bien Finn, parece que disfrutas mucho de este momento, ¿verdad?, mírate hasta llevas una vestimenta más acorde al prestigio que obtuviste -  advertí con descaro y gracia mientras examinaba las finas ropas claras que llevabas debajo de tu reluciente armadura platinada que cubría tu torso y parte de tus brazos, adornada con la insignia de mayor honor para un caballero junto con el símbolo del reino al que tan “fielmente” servías, haciendo que mi mueca burlona se marcara más en mis facciones – gozando de la fama que ahora tienes, codeándote de fiesta en fiesta y cogiéndote a cualquier zorra que se te propusiera o la “noble gobernante” a la que sirves…hasta he escuchado que te comprometiste con ella pero después de todo es lo menos que podrías merecer luego de vencer a una de sus mayores amenazas…complacerse entre la realeza y los vicios – comente sarcástica y con cierto recelo en mi voz sin quitar la burlesca sonrisa de mi cara, viendo como reías confiado ante mis dichos.

-Bueno no voy a negarte que he asistido a mas fiestas desde “eso” pero tampoco tuve mucho tiempo para divertirme y deleitarme con esas banalidades, aunque eso no quiere decir que haya saboreado la victoria cada segundo después de derrotarte, ya que he estado muy ocupado anexando los pueblos y aldeas que habían estado bajo su reino de terror, además de que algunos de sus antiguos habitantes han estado conspirando contra nosotros, diciendo ser por siempre leales a la dinastía Abaader, y otros se han alegrado tanto de que su reinado de terror acabara que piden a gritos tu cabeza para ser exhibida y humillada como las de toda tu familia – replicaste sereno y mesurado, pronunciando alegre y emocionado aquellas últimas palabras, al momento en que continuabas diciendo – pero a pesar de ello todavía muchos les temen, incluso con solo mencionar sus nombres se ve el miedo en sus caras…si supieran que ahora no son ni la sombra de lo que fueron, que han quedado tan vulnerables que hasta un “torpe niño” como yo podría matarte de un solo golpe – dijiste seguro y confiado de tu provocación encubierta que me irrito demasiado.

-No deberías subestimarme demasiado Finn…tu mejor que nadie sabe de lo que soy capaz, e incluso ahora podría decapitarte si quisiera – te advertí molesta y seria, con mi fulminante mirada puesta sobre ti, en el instante en que comenzaba a aproximarme hacia dónde estabas.

-Eras capaz de ello, ahora en tu estado apenas si podrías hacer algo…acéptalo eres débil y una habladora pretenciosa – respondiste desafiante y mesurado mientras veías algo intranquilo como me acercaba hacia ti.

-Entonces si tan “débil y vulnerable” soy ¿porque me mantienen tan vigilada siempre?, ¿Por qué muchas veces evitas acercarte a mí, incluso hasta mirarme por más de dos minutos sin desviar antes la mirada? … – te preguntaba con voz imponente y oscura, estando ahora a escasos centímetros de tu rostro, manteniendo mi vista clavada en ti, en el momento en que mis manos rodeaban tu cuello, incrustando salvajemente mis largas y afiladas garras en tu piel, deslizándome lenta y peligrosamente sobre el contorno de tu garganta y de tu vena yugular para después decirte - ¿Por qué me todavía me tienes miedo?, que es a lo que temes si tú mismo lo dijiste…solo soy un despojo de lo que fui, una indefensa bocona.

Sentí como te estremecías ante mis crueles palabras e intimidante presencia, temblando de temor y furia ante mis provocaciones llenas de la verdad que odiabas, al momento en sentía algo frio sobre mi cuello y el costado izquierdo de mi cuerpo, haciendo que bajara la mirada por unos segundos la mirada para encontrarme con dos pequeñas pero afiladas cuchillas apoyadas sobre mi piel, listas para cortarme y atravesarme en cualquier momento; volví mi vista hacia ti para observar la expresión seria y confiada de tu rostro en el instante en que decías:

-No te tengo miedo…te odio, nunca te temí porque siempre supe lo que eras, un ser despreciable y arrogante que solamente sabe hablar porque si realmente fueras tan poderosa como dices, entonces me hubieras matado desde la primera vez que me viste…pero no lo hiciste, ¿acaso no serás tú la que tiene miedo? …o es que te has vuelto tan débil que sientes aprecio por un “ser tan inferior e insignificante” como yo – mascullaste colérico y hastiado mientras me dedicabas una sonrisa irónica que me provocaba querer arrancártela, haciendo que mis impulsos más sádicos y monstruosos salieran a la luz…gracias a esa rabia que me quemaba por dentro.  

-Pequeño tonto, ¿crees que podría llegar a temerte?, yo, la hija de la noche, integrante de la familia “De los caídos”, la heredera del temible reino de Noctum…la reina de la muerte, es eso algo muy iluso de tu parte Finn y muy osado…ya que tú sabes muy bien las atrocidades de las que soy capaz, incluso fuiste testigo de algunas… ¿o que ya olvidaste lo que paso aquella vez? – te decía en forma de susurro con voz macabra y perversa, haciendo que te estremecieras de odio y temor al sentir mis uñas tocar tu cuello, subiendo y bajando con delicadeza, como si trataran de afiladas cuchillas listas para cortarte, permitiéndome así percibir en ese momento aquella ira y nostalgia que emanaba de tu alma...esa brutal melancolía que tanto me alegraba.

Percibí el brillo intenso de tus orbes zafiros que me miraban de soslayo, llenos de cólera y furia por haber abierto nuevamente aquella herida que tanto te había destrozado, siendo tanto el dolor que se reflejaba en tu mirada que al verme en ellos podía sentir aquellas sed de venganza que se mezclaban con la tensión del ambiente. Sentí como el filo de las dagas se afirmaban con tal fuerza en mi piel que comenzaste a rasgar levemente, al momento en que me decías:

-Pero tú ya no eres nada de eso, no eres nadie, solo un lastimoso recuerdo de lo que fuiste…una reina sin reino y sin futuro…una cobarde que solo sabe hablar, escondiéndose bajo amenazas vacías…acéptalo Marceline eres débil y no podrás hacer nada contra mí – me replicaste con palabras tan venenosas y severas como si me incitaras a propósito a caer en tu trampa, confiado en que no haría nada pero no sabías lo equivocado que estabas.

-Pero aún sigo siendo un “demonio” que le gusta jugar con sus presas, ver como caen una y otra vez en la misma trampa...y como siempre terminan volviendo a mí al igual que tu Finn pero no deberías confiarte demasiado ni tampoco subestimarme…porque si sigues provocándome no dudare un instante en cortarte el cuello – te respondí en un tono amenazante y frio, en el instante en que pasaba uno de mis dedos  por tu mejilla derecha de forma lenta, arañando sutilmente tu piel y provocando en esta un corte leve del cual empezaron a escurrir pequeñas gotas de tu sangre tan dulce y adictiva mientras te miraba fijamente y con una siniestra sonrisa en mis labios.

-Entonces me gustaría ver eso…saber si eres capaz de asesinarme sin que yo lo haga primero – propusiste divertido y serio, en el momento en que afirmabas con las fuerzas las cuchillas contra mí, adentrándolas lentamente en  mi piel, al igual que yo hacía con mis uñas sobre tu garganta.

El ambiente se tornó sumamente silencioso, a tal punto que solo nuestras respiraciones se escuchaban, sumido en la extrema tensión que envolvía el lugar como y en aquella desesperación que nos ahogaba por el afán de ejecutar el primer movimiento.
Lentamente y con el pasar de los segundos comenzó a incrustar mis garras en tu piel con la intensión de desgarrarla al igual que tu tráquea y tus venas, imitando tú también mi accionar, clavando de a poco las afiladas hojas de acero en mi cuerpo, haciéndome experimentar un leve dolor que aumentaba con el transcurrir del tiempo, dando a entender que el desenlace y posible final de este juego terminaría antes de lo previsto pero, cuando estaba a punto de cercenar tu cuello unas extrañas voces se escucharon resonar desde arriba de las escaleras de piedra que llevaban al piso superior del calabozo decir preocupados:

-Oye ¿escuchaste eso?, son jadeos…como si alguien estuviera tratando de escapar o algo parecido – comentaba una de las voces de tinte masculino y ronca, con cierta inquietud en sus palabras al momento en que se oía la voz de otra persona responder a la pregunta del hombre.

-Si los escucho…también hace poco se oían unas voces de ahí abajo, era dos y una era la de… “e-ella” – contestaba con temor una voz de timbre más suave.

-¿Estás seguro que eran dos voces?, quizás solo sea ese maldito monstruo intentando confundirnos para poder escapar – replicaba el de palabras ásperas con desconfianza– creo que será mejor bajar para ver lo que sucede y si resulta ser cierto que trato de escapar o mato a otro de los prisioneros se llevara el peor castigo de su vida – propuso intrigado y serio.

En ese momento hubo un pequeño lapso de silesio antes de que una nueva voz interrumpiera la conversación diciendo:

-Dejen de hablar idioteces ustedes dos, esa perra asquerosa esta apenas si puede moverse ¿y ustedes hablan de que escapo?, sigan con su ronda y déjense de imaginar cosas…además el capitán Murtons reviso las mazmorras hoy y “ella” estaba en el mismo rincón mugriento de siempre, ¡así que andando! -  les ordeno el dueño de aquella voz potente y severa para que luego se ollera los pasos de los soldados alejarse del lugar, dejando que la afonía volviera a dominar el ambiente

Luego de asegurarme de que esas voces se alejara volví mi vista hacia ti para notar que había alejado las dagas de mi cuerpo y me mirabas con cierta preocupación para que después me dijeras:

-Sera mejor que dejemos esto para después, aunque admito que hubiera sido interesante saber quién mataba al otro…quien era el débil y cobarde – hablabas algo serio e irónico mientras yo quitaba las manos de tu garganta y me alejaba de tu cuerpo, volviendo a quedar entre las sombras y la tenue luz de llama de la antorcha, al momento en que continuabas diciendo -  hagamos esto rápido, no quiero que alguien más vuelva a sospechar…además seguramente tu debes de tener mucha “sed” –insinuaste con gracia y calma, esbozando una pequeña sonrisa afable y suavizando más tus varoniles facciones.

Deje escapar una arrogante risa antes de decirte:

-No tienes idea de cuánto he esperado por esto, creo que merezco un premio por mi “buen comportamiento – afirme con diversión e ironía,  junto con una sonrisa cómplice y mis ojos puestos en ti – además es para es para esto que viniste aquí…para mostrar tu “bondad” conmigo mientras me arrastro por un poco de tu sangre – agregue de forma sarcástica, provocando que te rieras en voz baja con cierta “emoción”.  

Luego de aquella corta conversación me dedique a observarte en silencio como sacabas de un pequeño compartimento escondido detrás de uno de los bloques de piedra que formaban parte de la pared  un recipiente de metal algo viejo y oxidado que en su interior tenia difusas manchas rojizas, que aun perduraban de la última vez en que me habías mostrado tu “piedad” conmigo, para que luego lo pusieras sobre el suelo, ubicándolo debajo de tu brazo izquierdo, colocándola perfectamente en el lugar donde tu sangre se derramaría…al igual que tu odio y tus lagrimas oscuras y tristes.
Lentamente comenzaste a quitarte parte de la armadura platinada que cubría tu antebrazo para que después subieras hasta el comienzo de tu brazo la prenda superior de mangas largas blanca, que contrastaba notoriamente con los pantalones negros que llevabas, dejando ver así tu blanquecina piel, marcada por varias cicatrices ,algunas recientes y otras más antiguas, muy cerca de las venas de tus muñecas o rozándolas peligrosamente como si no te importara casi suicidarte o desangrarte por el  caprichoso favor que siempre esperaba de ti; casi de inmediato vi como volvías a sacar una de las dagas que llevabas contigo para dirigirla hacia tu muñeca izquierda mientras yo presenciaba aquel ansiado momento, sin poder apartar la vista de  aquellas heridas que tanto se hacían notar sobre la nívea piel de tu brazo, esas marcas que tanto te dolía pero al mismo tiempo te liberaban, esas cicatrices que aún permanecían abiertas, que todavía sangraban…y que adornaban todo tu cuerpo…toda tu alma blanca y tu piel roja teñida de negro al igual que tus alas blancas…pudiendo notar la melancolía que en tus orbes zafiro se reflejaban…ese dolor en que siempre me veía con una sonrisa amarga.

Una vez más esa extraña sensación volvía a invadirme, esos ambiguos sentimientos que variaban desde una intensa y malévola alegría hasta la más profunda angustia al ver como ibas a “sacrificarte” nuevamente por mí, tu ama…que tanto temía perderte a ti mi bello pajarillo…mi despiadado angel.

Segados después cuando me percate que el filo de la cuchilla se apoyaba con fuerza sobre tu piel, lista para cortar nuevamente tus venas, provocando que, dibujando una sombría e irónica sonrisa, rompiera el silencio que reinaba en el lugar diciendo:

-Pareces tan seguro cediendo parte de tu “vida” otra vez al enemigo, ¿acaso no te das cuenta que con esto solo estarías trayendo de vuelta al demonio que tanto temían?, que te expones ante la peor de las traiciones hacia tu reino…que te transformaras en un desertor por pagar una deuda sin sentido – te reprochaba con cierta molestia mientras te miraba preocupada, sintiendo como mis labios comenzaban a temblar de ansiedad y emoción con el solo hecho de percibir el vago aroma de ese líquido carmín – o es que tus deseos por verme humillarme ante ti por una gota de sangre es más importante que tu cabeza…aunque no te diré que me encantaría verlo pero me gustaría ser yo la quien lo hiciese.

Esboce una sonrisa cruel al terminar de hablar, notando la sorpresa y la mueca divertida en tu rostro ante mis inesperadas palabras,  para que luego tú me dijeras:

-Bueno creo que ya deberías saber que no hago esto por ti, porque créeme que nunca mantendría con vida a una horrible criatura como tu…esto es parte de mi venganza, haciendo que tu vida penda de un hilo,  que no tengas dignidad alguna al implorar y venderte como una puta por un poco de “comida”...torturándote lentamente hasta que no quede nada de ti…hasta que sientas lo mismo que sentí cuando me usaste como un títere sin voluntad y me quitaste todo lo que amaba – alegabas con seriedad y frustración, notándose la amargura que te embargaba a través de tu mirada opaca y tus facciones lúgubres, mientras sostenía con fuerza la cuchilla sobre brazo – lo que más quiero en este mundo es verte caer pero…por más que lo deteste tengo una cuenta de gratitud contigo y pienso pagártela…eres mi “salvadora” después de todo – pronunciaste esas palabras de forma satírica  y mesurada, junto con una sonrisa mordaz y segura.

-No te detendrás ante nada hasta quedar concretar tu venganza…y por lo visto eres más estúpido y terco de lo que creí, ensañándote conmigo no solucionara nada…al igual que ese “favor” que dices deberme –  replique con firmeza y frialdad al momento en que volvía a acercarme inconscientemente hacia a ti al percibir con más fuerza el aroma de la sangre que comenzaba a brotar del pequeño corte en tu piel para que continuara diciendo – si tan solo tan solo supieras porque lo hice esto ya – te decía fastidiada hasta que me interrumpieras diciendo.

-Lo único que sé es que  desgraciadamente y aunque me cueste creerlo si no habría sido por ti…yo no estaría con vida en este momento – sentenciaste con dureza y cierta resignación, para que después apretaras firmemente el mango de la daga y realizaras un corte rápido y profundo sobre tu muñeca, dejando así que la sangre empezara a emerger lentamente de tu herida para caer sobre el recipiente circular…en el instante en que instintivamente comenzaba a relamer deseosa mis labios mientras mis ojos se quedaban fijos en el fino hilo rojo que caía constantemente a mi mente volvían los recuerdos de esa tarde de invierno en donde la nieve se teñía de un oscuro escarlata y la muerte se hacía un banquete con las miles de vida que perecieron ese día…recordando la primera vez que te vi mi pajarillo de plumas carmesí  y alas blanca...y lo mucho que quería atraparte…que fueras mío.


Flashback

El frio era intenso y las ventiscas nevadas brutales, al igual que el ambiente caótico en el que estaba envuelto aquellas tierras del este de nuestro reino, Noctum, en donde se llevaba a cabo uno de los enfrentamientos más sangrientos y encarnizados que se habían sucedido durante esta guerra entre nuestra dinastía y la real alianza de Candnert…una guerra que parecía no tener fin, en donde no importara cuántas vidas se dejaran en el campo de batalla ni la sangre que se derramaría con tal de obtener lo que todo gobernante ambicioso y soberbio querría…poder, gloria y la cabeza de su enemigo en una charola de plata…con la diferencia que yo quería sus corazones.

El ruido era ensordecedor, los gritos salvajes y rabiosos juntos con los jadeos de agonía inundaban todo el lugar haciendo que el silencio y la calma fueran una utopía más que inalcanzable, en el aire solo se respiraba el olor de la muerte y heder penétrate de la sangre y los cadáveres podridos y congelados, enterrados bajo escombros o bajo el manto gélido y blanco que caía intensamente durante ese invierno en donde el purgatorio  era lo más cercano para describir el caos y la destrucción que azoraban estas tierras…divididas entre la tiranía de los demonios y la falsa justicia de pedantes reyes.
Este enfrentamiento no fue igual que los demás, quizás porque se llevaba a cabo en nuestro territorio, amenazado de lo que parecía una inminente invasión de “la real y sagrada alianza” de hipócritas y despisticos gobernantes que no tenían nada que envidiar a la crueldad y la perversión por la que tanto nos detestaban, o tal vez por el simple hecho de habernos provocado con su acto de cobardía y salvajismo que les otorgaba la ventaja en esta guerra tras haber emboscado y aniquilado sin piedad alguna a gran parte de los miembros de nuestra corte y principalmente a uno de los caballeros más influyentes en cuanto a equipamiento bélico de la región, transformando las inmediaciones del castillo Frozen Forest en un escenario digno de cualquier círculo del infierno…una imagen que me parecía tan macabra como hermosa por aquel color carmín que pintaba las paredes y las almas de esos infortunados mortales...haciendo de mi “divertida venganza” mucho más entretenida.

Me encontraba en el salón principal de la fortaleza, una habitación de gran lujo y decorado que contrastaba con la imagen caótica y sangrienta de su interior, en cual el color escarlata predominaba sobre las paredes claras y el piso de mármol, al igual que los cuerpos mutilados y despedazados de cientos de hombres y mujeres, que yacían tumbados sobre el suelo, desperdigados sobre diversos lugares del palacio, al igual que sus cabezas o extremidades, detonando la crueldad y el salvajismo con lo que esos “autoproclamados justicieros” habían procedido. Observaba con cierta molestia aquel humillante escenario que tenía frente a mis ojos mientras recorría los pasillos del castillo, encontrado me solo con cuerpos inertes sobre en un rio de sangre, y escuchaba los gritos de fondo de los autores de esta masacre que sufrían ante la espada del ejército “de los demonios”…complaciéndome con esa siniestra melodía que enaltecía mi alma.

Había sido enviada por órdenes expresas de mi padre, el rey de Noctum, con el objetivo de obtener la victoria en esta guerra y vengar la muerte de nuestros más renombrados integrantes de nuestra corte, trayendo la cabeza de la sucia escoria que se atrevió a provocarnos…una misión que no sería  concretada hasta que viera la sangre de ese insecto sobre mis manos, combinando con  la hoja de mi hacha rojo cereza...ese pequeño bastardo del cual estaba ansiosa por saciar mis deseos macabros y sádicos.
Según testimonios de los pocos sobrevivientes que encontramos uno de los principales artífices de esta masacre había sido un joven soldado de la guardia imperial del reino de Candnert, muy habilidoso con las espadas y el combate cuerpo a cuerpo, aunque algo ingenuo e inexperto en cuanto estrategia ya que se había expuesto demasiado cuando se dispuso a dar muerte a nuestro miembro más impórtate, siendo fácil de identificar no solo por las vestimentas típicas del enemigo sino también por el ridículo gorro de piel blanca que llevaba en la cabeza…además del hecho de que había sido herido de gravedad en el hombro, dando a entender que muy posiblemente todavía estaría cerca de la fortaleza o sus inmediaciones…y que para mí sería como hacer salir a un ratón de su escondite…una alimaña que pretendía destruir con mis propias manos.
Con esa información registramos todo el lugar, habitación por habitación, hasta el rincón más sucio y oscuro fue inspeccionado, encontrando nada más que escombros o cadáveres podridos de aliados tanto como de enemigos, como si fuera que esa pequeña rata hubiera desaparecido de la faz del planeta o esfumándose de alguna forma impensada, ya que simplemente no encontrábamos algo que nos pudiera llevar a él y ni siquiera podía percibir su aroma o el olor de su sangre, algo que hasta a mí se me hacía extraño; pero, como si fuera por arte de magia, luego varias horas intensas de búsqueda escuche el grito desaforado de mis soldados que decían exaltados:

-¡AHÍ ESTA!, ¡ES EL¡ SE DIRIGE A LA A SALIDA, ¡NO DEJEN QUE ESCAPE! – se oyó vociferar a uno de los soldados que me acompañaban, dando así la voz de alarma para los demás guerreros para que capturaran e impidieran la salida de uno de los bastardos autores de esta matanza.

En ese instante se escucharon la corrida de los soldados, junto con el bramido de batalla que emitieron al insonoro para que después de unos segundos fueran reemplazados por jadeos de dolor y un silencio sepulcral que me hizo estremecer. Rápidamente baje las escaleras del segundo piso para llegar a planta baja, precisamente a donde había ocurrido el fugaz enfrentamiento, y encontrarme con  una imagen tanto impresionante como impensada…parte del pelotón que me había acompañado se encontraba abatido en el suelo, sangrando profusamente de las heridas que tenían sobre sus cuerpo, algunos respirando su último aliento y otros quejándose agónicos.

Sin pensarlo demasiado me acerque a uno de mis subordinados que aún permanecía con vida para preguntarle con voz severa:

-¿Hacia dónde fue? – cuestione mientras lo miraba con seriedad y molestia.

-H-Huyo hacia el bosque y l-los otros tres hacia el este…y-yo lo siento señorita A-Abaader nunca pensé que – me decía con voz entrecortada y temerosa hasta que, irritada, lo interrumpiera diciendo.

-No hay nada que disculpar capitán…ya que usted y todo lo que permanezcan con vida pagaran por la deshonra y el insulto que han traído al reino de Noctum con su sangre…y su vida – sentencie con frialdad y dureza, dedicándole una mirada que lo dejo completamente pálido del miedo para que después me encaminara hacia la salida del castillo…en busca de mi presa.

En poco tiempo logre localizar el rastro de mi objetivo, esparcido en forma de pequeñas gotas carmesí sobre el camino blanco de nieve y tierra, al igual que el extraño pero encantador aroma de su sangre que con más claridad percibía a medida que me aproximaba a él, un olor que impregnaba mi nariz, asfixiándome con una fragancia tan atrayente como única que me ocasionaba una imperiosa necesidad de probarla…un salvaje deseo por beber de ese líquido espeso y rojizo que traía consigo la verdadera apariencia de la “reina vampiro”.
Parecía que esta persecución nunca iba a terminar o que quizás ese pequeño insecto me estaba llevando a una trampa, oculta en algún lugar de ese bosque inmenso al cual me había adentrado sin pensarlo demasiado; pero cuando ya la maleza y las ramas muertas comenzaban a hacerse más espesas percibí la presencia de mi enemigo se había detenido sorpresivamente muy cerca de donde estaba, haciendo que acelerara mis pasos para que después, al salir de los matorrales petrificados me encontrara con aquel “peligroso” guerrero que me miraba confiado y serio, como si pareciera que me hubiera estado esperando a propósito, para que luego me dijera:

-P-Por fin apareces “demonio de Noctum”, mostrando q-que no son tan cobardes como pensaba…p-pero por desgracia para ti este será tu fin – hablo algo cansado pero seguro mientras respirabas agitado, tratando de recuperar el aliento después de una larga corrida, y sostenía con fuerza la espada de acero que portaba, intentando disfrazar la debilidad que delataba su rostro por las heridas y la incontenible hemorragia que aun sangraba intensamente en el costado derecho de tu torso.

Reí irónica ante sus firmes palabras al momento en que me aproximaba un poco al centro del lugar, junto con mi gran hacha roja, sin apartar la mirada de aquellos  profundos orbes azules, para después responderle diciendo:

-Pareces que no sabes quién soy caballero de “la real alianza”, tan fuerte y habilidoso que no sabes que te estas enfrentando al peor de los demonios, haciendo que tu ignorancia te cueste la vida – le decía con burla y mesura, dedicándote una mordaz sonrisa, mientras sentía ese adictivo aroma envolverme lentamente – me sorprende tu valentía en quedarte a enfrentarme en el estado que te encuentras y no hayas huido como una rata asustada, eso es digno de reconocer…y créeme cuando te mate hare valer tu coraje de la mejor manera – dije en forma halagadora y sarcástica, al momento en que apretaba con fuerza en mango de mi arma, preparándome para el ataque que parecía inminente de tu parte.

-Agradezco que te preocupes por mí pero estas heridas no me impedirán asesinarte…al igual que tus camaradas, dándote una muerte digna de un ser perverso como, c-caerás bajo la justicia de Candnert – me replico satírico, pronunciando con dificultado aquellas últimas palabras por el dolor punzante que mostraba a través de su expresión de sufrimiento y cansancio.

-Pero antes tu sucumbirás bajo la ira de Noctum…dime porque no haces esto más fácil para ti y te rindes, prometo darte una muerte rápida…no te decapitare vivo, así evitaras la humillación y la vergüenza – le sugerí con gracia mientras veía como dabas unos cuantos pasos hacia adelante, haciendo que el aroma de tu sangre, de ese líquido espeso color escarlata extremamente provocativo y agradable volviera a inundar mi olfato, a tal punto de hacerme perder un poco la compostura por la desesperación y la ansiedad que sentía por probar esa sangre que no parecía ser humana.

Vi como ese ingenuo guerrero de cabellos dorados arrugo notoriamente el ceño, detonando cólera y furia en sus ojos claros,  para que luego me dijera:

-Hare que te tragues esas palabras maldita…tu destino al igual que el de esta guerra están decididos, pudriéndose juntos en el infierno – mascullo serio y dedicado, en el instante en que se posicionaba para dar el primer golpe con su arma.

-Bueno entonces ¿Qué esperas?, muéstrame que no solo eres un bocón estúpido sino un ingenuo que morirá en vano – replique arrogante e irónica, aguardando por el primer ataque que no se hizo esperar, arremetiendo contra mí de forma violenta y feroz.

Se abalanzo con destreza y velocidad hacia mí, dirigiendo el filoso acero de su espada directamente hacia mi pecho, haciendo que retrocediera un poco, algo asombrada por furtivo ataque, al momento en que volvía a atacarme con movimientos rápidos y brutales, los cuales logre esquivar con facilidad protegiéndome bajo la hoja de mi hacha, haciendo que nuestras armas chocaran incesantemente con tal fuerza que parecía digna de una bestia.
Continuo con sus embates durante unos minutos más mientras yo me limitaba a defenderme, viendo la frustración en su cara por pensar que lo estaba subestimando, cosa que no pudo soportar por mucho más, diciéndome:

-Solo eres una cobarde habladora, ¡porque no me atacas!, ¿acaso me temes? –Me preguntabas exaltado, tratando de instarme a través de tus inútiles provocaciones a las cuales respondí con el silencio y una sonrisa descarada que te hizo enfurecer - ¡DEJA DE JUGAR CONMIGO!, ¡NO PERMITIRÉ QUE TE BURLES DE MI! – bramo cabreado en el instante en que sus ataques comenzaron a hacerse más feroces y violentos, sin importar que las heridas que llevaba en su cuerpo sangraran con más intensidad como su tu carne se abriera cada vez más con cada golpe, llegando a salpicar unas cuantas gotas sobre mis ropas y mi rostro…ocasionando que mi “sed” fuera cada vez más difícil de contener.

Lentamente, y sin poder hacer nada más que defenderme de sus rápidas y continuas estocadas, fui retrocediendo hasta chocar con el tronco de un árbol muerto, dejándome encasillada entre el impiadoso acero de tu espada y la maciza madera del roble petrificado sin poder hacer un movimiento que me asegurara que saldría ilesa de la peligrosa situación a la que me habías orillado; sonrío victorioso y cruel al notar mi intranquilidad en mi mirada por la posición en me encontraba para que luego ese intrigante hombre ejecutara un golpe certero y brutal que logro desbaratar mi defensa, haciendo que mi hacha callera de mis manos,  dándome de lleno en mi costado izquierdo un corte profundo y letal  que me provoco un dolor agudo y latente que incrementaba con el paso de los segundos. En ese momento, al ver que me quede quieta en mi lugar con la mirada ensombrecida y un semblante inexpresivo, decidiste darme el golpe final para acabar con este enfrentamiento, arremetiendo de lleno contra mi pecho, el cual parecías pretender cortar en dos…pero, en el instante en que mi derrota parecía sellada, tome de su muñeca derecha con gran fuerza y firmeza para que luego levantara mis ojos y le dedicara la más siniestras y fulminantes de las miradas, dejándolo helado del temor y la impresión que le causaba ver esa mirada semejante a la de un verdadero demonio, haciendo que alejara su arma de mí, al momento en que sacaba una pequeña cuchilla, oculta detrás de mi espalda, para asestarle un corte limpio y rápido en tu hombro izquierdo, inutilizando así casi completamente sus dos brazos, haciendo que retrocediera alejándote de mí, murmurando con dificultad algunas palabras llenas de ira:

-T-Tu maldita… ¿Quién diablos eres?, ¿q-que eres? – me cuestiono dolorido e intrigado por la increíble resistencia que poseía, mostrándome sin ningún rastro de dolor a pesar de la profunda herida que me habías provocado.

Sin responder a ninguna de tus preguntas, y tomando nuevamente mi hacha roja, comencé a acercarme lentamente hacia él, guardando la daga en el proceso mientras manteniendo mi mirada fija en su rostro desconcertado, para que después de unos segundos me abalanzara salvajemente, dispuesta a acabar con todo esto…con la furia y la rabia de un verdadero demonio.

Dirigí de forma violenta la afilada hoja de mi arma directo hacia él, dispuesta a enterrar el rojizo metal en  en la carne de su cuerpo, mientras  me observaba entre asombrado y alarmado por el salvajismo con el que me dirigía a él; en menos de tres segundos ya estaba a unos milímetros del el, tan cerca que podía escuchar el latir desbocado de su corazón al ver lo que parecía una muerte asegurada, pero en momento en que mi hacha estaba a punto de tocarlo  bloqueo mi ataque, interponiendo su espada en el camino, haciendo que el acero de nuestras armas chocaran brutalmente, provocando un sonido tan fuerte como ensordecedor que se expandió por todo el lugar…como si el grito de dos animales rabiosos se tratare.
No me quede por mucho tiempo en la misma posición, con nuestras armas enfrentadas sin sacarnos algún tipo de ventajas, buscando rápidamente desbaratar su defensa de cualquier forma a través de las incesantes embestidas que realizaba, colisionando mi hacha repetidamente contra la improvisada defensa que utilizaba , notando como con cada una de mis arremetida el joven soldado, que apenas si podía mantenerte en pie, tambaleaba y retrocedía más y más, acorralándolo lentamente, sin que pudiera hacer nada más que defenderse inútilmente y esperar a que la suerte estuviera de su lado…pero para la desgracia de ese niño crédulo eso no ocurrió, ya que en unos de mis potentes embates logre penetrar su defensa gracias al cansancio y la debilidad que le había ocasionado la pérdida de sangre y el esfuerzo extremo que había hecho por mantenerse en pie, haciendo que tirara su espada, cayendo en el suelo, lejos de sus manos, para que después me dispusiera a asestarte un golpe mortal diciendo:

-Es tu fin niño tonto, nunca debiste provocar a un “demonio”, a la reina vampiro, ahora tu vida le pertenece a la muerte…y tu alma al infierno– exclame con odio y emoción al momento en que la hoja de mi arma atravesaba lo que quedaba de su armadura y sus ropas para así traspasar la piel de su torso en un corte letal y profundo.

Sonreí triunfante y cruel al ver que mi presa por fin había sido derrotada, siendo cuestión de tiempo para que la muerte lo arrastrara y yo pudiera disfrutar de mi merecido premio, de aquella preciosa sangre que brotaba y escurría libremente de la herida que le había provocado, trayendo consigo aquel aroma cautivador e irresistible con tanta fuerza…que podía sentir como de  a poco mis siniestros instintos afloraban, al igual que la maldición que me perseguía; pero, al cabo de unos segundos mi sonrisa  y mi felicidad se transformó en furia y frustración al ver ese torpe “mortal” que tercamente trataba de resistirse a su destino, reacio a la muerte y al olvido como un caído más en esta bestial guerra, se mantenía en piel a duras penas, sosteniéndose con su espada enterrada en la nieve, mientras me miraba fijamente de manera desafiante y con una débil sonrisa provocadora dibujada en su rostro sumamente pálido, haciendo que me sintiera insultada por aquella atrevida acción…terminándolo de condenar definitivamente a las peor de las muertes.
Iracunda y hastiada le quite el único soporte que le permitía mantenerse en pie al momento en que dirigía mi vista hacia el para mirarlo unos segundos, notando que aun permanecía de pie sonriéndome, para que después de ello lo tomara bruscamente del cuello y le dijera  furiosa:

-Espero que sigas sonriendo de la misma forma cuando termine contigo patético humano – masculle severa y colérica para que después lo arrojara violentamente a un costado, haciendo que chocara fuertemente sobre el tronco de uno de los árboles muertos del lugar.

Vi como aquel testarudo guerrero se retorcía en el suelo, tratando de aferrarse de alguna forma a la vida que le quedaba mientras jadeaba y temblaba agonizante pero sin apartar la mirada de mí, esos ojos zafiro que poco a poco comenzaban a opacarse, señal de que su muerte estaba próxima a arrástralo a las profundidades de la oscuridad; comenzó a aproximarme a él, con mi hacha y su espada manchadas de sangre, a paso firme y seguro, experimentando una gran alegría que nunca había sentido antes por la derrota de algún enemigo, percibiendo el miedo en su semblante moribundo a medida que iba acercándome a él y manteniendo mi mirada puesta en ese “niño ingenuo” pudiendo notar en ese momento un detalle extraño que no había advertido antes, algo tan intrigante como hermoso que parecía no ser de este mundo y que tenía frente a mis ojos en ese instante…siendo esa sangre blanca que emanaba de su cuerpo, fluyendo libremente por la piel color escarlata que ahora lo cubría…dándole una imagen tan angelada como perversa…una imagen que me provocaba angustia y fascinación.

En pocos segundos estuve frente a él, viendo como me miraba temeroso y asustado, creyendo que venía para ejecutarlo y así era pero, ahora no estaba tan segura de hacerlo, quizás porque nunca más volvería a ver ese maravilloso fenómeno nunca más…o tal vez porque quería que su sangre fuera por siempre mía…convertirme en la dueña de ese ser inocente y oscuro.
A pesar de las dudas que me embargaban trate de hacer a un lado ese sentimiento extraño que comenzaban a dominarme para terminar mi tarea y hacer realidad mi “anhelo” trayendo la cabeza de aquel gusano como trofeo de mi victoria, tanto así que puse la propia espada de este sobre su cuello, rozando peligrosamente el filo del metal contra su piel, para disponerme a decapitarlo de un solo movimiento pero, en el momento en que estaba a punto de cortar su carne, mis ojos se asombraron y maravillaron con lo que tenía en frente, la verdadera  apariencia de ese extraño mortal…la imagen de una criatura singular e inquietante.
Su mirada era de un azul profundo e intenso como el mar, su piel tan roja como la sangre con la diferencia que la suya era  clara y pura como si de un angel se tratase el cual le habían arrancado las alas…como un pajarillo de plumas carmesí, débil y agonizante, con las alas rotas, tan único y especial, que deseaba tener solo para mi…atraparlo en una jaula de la cual nunca escaparía.

Fue tanta admiración que me quede contemplándolo  durante varios minutos mientras sentía como el olor a la sangre fresca me sofocaba, incitándome a dejarme llevar por ese sanguinario y mórbido deseo el cual se me era imposible contener. Arroje las armas que tenía en mis manos para luego inclinarme, poniéndome de rodillas sobre el suelo helado, para así acercar mis dedos a la herida sangrante que tenía, haciendo que impulsivamente mi “verdadera apariencia” saliera a la luz, transformando mis uñas en garras monstruosas y mis colmillos como los de una bestia en el momento en que tocaba ese líquido vital que escurría por su pecho, haciendo que mi “sed” fueran tan abrumadoras que sería capaz de matarlo por complacer mi macabro antojo; a duras penas logre calmar mi ansiedad para no extinguir la poca vida que le quedaba a ese mortal que me miraba entre desconcertado y temeroso por mi extraño e inexplicable actuar, en especial, al ver como traía mi mano manchada con su sangre a mi boca para así probar aquel exquisito manjar que termino por convencerme para mantenerlo con vida.

Al cabo de unos segundos, en el que continuaba degustando de esa exquisita sustancia, escuche su  quebradiza voz hablarme impresionado:

-T-Tú no eres una g-guerrera cualquiera de N-Noctum…eres de “la f-familia de los demonios”…y esa i-insignia real quiere decir q-que en realidad eres – me decía con dificultad y un dejo de dolor en su voz, al distinguir el símbolo estampado sobre el prendedor de mi capa negra, hasta que yo lo detuve diciéndole.

-Eso ya no importa y no tienes por qué temerme…no te preocupes, tu no morirás ahora – le dije de forma calmada y segura, al momento en que acomodaba su cabeza sobre mi regazo para después acariciarla suavemente por encima del curioso gorro que llevaba, tratando de transmitirle confianza, en el instante en que digirió mi mano libre nuevamente a mi boca para morder con fuerza unos de mis dedos, haciendo que una pequeña herida se abriera y continuar diciendo – veras que los “demonios” pueden llegar a ser piadosos…bebe una gota de esto y te prometo que vivirás – le indique para que luego pusiera mi dedo anular sobre su boca entreabierta y dejar que unas gotas de mi sangre oscura cayeran sobre él.

Minutos después vi como ese torpe guerrero comenzaba a dormitarse y a cerrar los ojos lentamente, producto del cansancio y la pérdida considerable de sangre, para que después callera inconsciente  en mis brazos.
Me encargue de sanar un poco sus heridas para que dejaran de sangrar tanto, asegurándome de que sobreviviera el tiempo suficiente hasta que alguien lo encontrara, para que, al cabo unos minutos, me pusiera de pie y tomara mi arma para irme de ese lugar, no sin antes murmurar para mí misma:

-Nos volveremos a encontrar en algún momento…mi pequeño pajarillo – susurre de forma malévola y alegre, junto con una sonrisa siniestra en mis labios, para que después me retirara, dejando atrás a ese ser puro que había corrompido con mi sangre, atándolo así de por vida a mí, su nueva “dueña”…encadenándolo y apresándolo en una jaula de la que nunca podría salir.


Fin del flashback.
Hola nuevamente en esta ocasion vengo a dejar la primera parte de un "one-shot" Finnceline que estoy escribiendo en primera persona (si notan alguna cosa extraña por ahi en cuanto a la narracion es porque siendo sincera no soy muy buena escribiendo en primera person), espero que les guste y bue la verdad la segunda parte nose cuando estara porque tengo varios problemas en cuanto al tiempo y la verdad nose que me pasa pero no tengo ganas de escribir....solo espero que esto no sea permanente :/

Saludos y nos veremos pronto
© 2014 - 2024 kuromi1905
Comments4
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
xyezz83's avatar
hgfyutfyu Me encanto:D